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Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco
Subsecretaría de Comunicación y Medios
12 de Junio de 2025

Estudian cambios en los hábitos alimentarios de mujeres migrantes bolivianas

En la geografía austral de Esquel y Trevelin, en la provincia de Chubut, un grupo de mujeres migrantes bolivianas despliega cotidianamente una red silenciosa de saberes y prácticas alimentarias que interpela los modelos hegemónicos de salud y nutrición. No es sólo lo que comen ni cómo lo preparan. Es también una forma de cuidar, sanar y sostener la vida desde conocimientos ancestrales, desde la tierra, desde la memoria.

Estudian cambios en los hábitos alimentarios de mujeres migrantes bolivianas

Ese entramado es el objeto de estudio de una tesis doctoral en Estudios de Género, que lleva adelante la licenciada en Nutrición y magíster en Salud Materno Infantil, Agostina García, quién en esta ocasión es dirigida por las reconocidas profesionales, Brígida Baeza, licenciada y profesora en Historia de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB) y doctora en Ciencias Antropológicas (UBA); y Lila Aizenberg, Ph.D Sociology de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

El trabajo se centra en mujeres bolivianas que viven en Esquel y Trevelin, en lo que la investigadora define como "contextos restrictivos de acceso al sistema sanitario". Un enfoque cualitativo que prioriza la escucha y la,comprensión de los procesos sociales que atraviesan.


Semillas de cuidado

La metodología del trabajo se sostiene en entrevistas abiertas, observación participante y análisis de relatos. Así emergen las historias de vida de este grupo de mujeres que tienen entre 30 y 60 años que migraron junto a su grupo familiar desde regiones rurales de Bolivia, en particular del departamento de Chuquisaca. Algunas de ellas se radicaron previamente en las ciudades como Córdoba, Buenos Aires o la costa chubutense. Otras llegaron directamente a Esquel o Trevelin, en una búsqueda de una mejor calidad de vida.
La mayoría son productoras hortícolas; cultivan, cosechan y venden verduras de hojas verdes en verdulerías céntricas. Tienen un saber muy profundo sobre los ciclos de producción. Agostina relata que "son mujeres que se han criado en contacto con la tierra, con los animales, con las semillas”.

A través del diálogo, “refieren que no utilizan agroquímicos para la producción alimentaria. Es una cuestión interesante entendiendo que Argentina se ubica dentro de los países de la región con mayor utilización de agroquímicos”.

La investigadora valora esta forma de producción y subraya que “poder tener en nuestra región verdudas de hojas verdes que se cultivan de una forma más natural, es un punto a destacar”.


Lo que se pierde y lo que se transforma

Migrar de un país a otro, implica una ruptura importante; no solo cambia el paisaje sino también la forma de producir alimentos, de organizar la familia y de conectarse a la tierra. Los relatos dan cuenta de un proceso de cambio en las prácticas alimentarias. Las mujeres señalan que, en sus comunidades de origen, su alimentación era más variada, con mayor presencia de frutas, verduras, legumbres y carnes. En el nuevo entorno, ese panorama se modifica: predominan los panificados, las papas, el arroz y los fideos. No se trata solo de una cuestión de hábitos o de tiempo, sino de una clara dimensión económica que hace difícil el acceso material a los alimentos frescos y saludables.


En la necesidad, se recuperan saberes ancestrales

La investigación se enfoca en las barreras que enfrentan las mujeres migrantes bolivianas, cuando acuden a los centros de salud. Obstáculos que se generan por el idioma, las diferencias culturales o el trato recibido en los lugares de consulta.

Al respecto, Agostina, comenta su experiencia durante su formación en la Licenciatura en Nutrición, y como docente de la asignatura 'Práctica en Salud Pública', en la Universidad Nacional de Córdoba. "Siempre me interesaron las dimensiones sociales, políticas, ambientales y culturales”, sin embargo, esa sensibilidad se potenció cuando trabajó en un centro de Atención Primaria de un barrio cordobés. Allí, Agostina entabló el diálogo con mujeres migrantes bolivianas que se acercaban a las consultas nutricionales, no sólo con preguntas sobre alimentación, sino con prácticas y cosmovisiones distintas, con memorias alimentarias propias.

"Fue entonces cuando decidí comenzar a investigar sobre estas experiencias, primero en una maestría, y luego con esta tesis doctoral", señala Agostina, que se propuso explorar si, en la región patagónica, este campo era una vacancia dentro de los estudios de salud.

Así pudo comprobar que “muchas de las mujeres entrevistadas recurren a plantas medicinales, infusiones o combinaciones de alimentos para tratar dolencias propias o de sus familiares. Recuperan saberes que vienen de sus madres, de sus abuelas y ellas los reconstruyen en el lugar de destino. Estos conocimientos les permite hacer frente a las distintas barreras con las que encuentran en las consultas”.

La investigación también indaga en quiénes sostienen los cuidados en los hogares migrantes. En algunos casos, son las mujeres las que centralizan las prácticas alimentarias y de salud dentro del grupo familiar. En otros, estas tareas se comparten más. Pero en general, hay una continuidad con lo que sucedía en sus lugares de origen, donde eran ellas las principales cuidadoras.


Investigación situada, conocimiento público

El trabajo que desarrolla pone en diálogo la nutrición, la antropología, los estudios de género y la salud pública. Pero también da voz a quienes muchas veces quedan fuera del radar académico y mediático. Mujeres migrantes, productoras, cuidadoras, portadoras de saberes milenarios que, en los márgenes, siembran futuro.


Para Agostina llegar a esta instancia de la investigación es sumamente valioso. "Agradezco profundamente a la Universidad Pública, donde tuve la oportunidad y posibilidad de realizar diversas formaciones; por supuesto, agradecer por tener una Beca del CONICET que me ha permitido desarrollar esta linea de investigación, en geografías que a veces no son tan hegemónicas; para mí es una alegría poder tener una beca de investigación de este tipo, con el prestigio que tiene CONICET en nuestro país y en nuestra región”. Agregó: “Esperamos poder compartir pronto los resultados completos de este trabajo que venimos desarrollando", expresó con entusiasmo.